martes, 29 de septiembre de 2015

...Y llegó la siniestra oscuridad






Aún sin despertar de una y otra traición,
llegó 1936, donde el pueblo no había
abandonado la alpargata, blusa,
boina y el pañuelo anudado al cuello.

Los traidores alzaron el armamento
que la nación había dado para custodiar
y la patria defender, con ello atacaron,
a los que debían protección y honor.

Y con ello la farsante organización,
la que con cantos e imploración, vive
de robos y otros, de los menos y los más.

Tal fue el manto ciego, que la oscuridad
a todos cegó, se impuso el siniestro
silencio, la boina, la nocividad e incivilidad.


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