domingo, 27 de diciembre de 2020

0056

 



Presupongo que yo bajaré al “Hades” antes que tú, te ruego esperes mis noticias, ya que lo haré de inmediato, si ves que pasa el tiempo y no te llegan mis nuevas, no pienses que he olvidado mi compromiso, simplemente que no hay Hades ni Hadas, y mi yo ha perdido su corporeidad, por tal ha dejado de actuar.

Lo cierto es que tras la muerte, sólo existe el vacío, la nada, nuestra total desaparición, nuestro cuerpo pasa al pudridero, en tanto que nuestro yo queda eternamente congelado en el tiempo.

Tras la muerte, sólo quedan los recuerdos, aquello que hayamos podido dejar de palabra u obra, ello mientras que vivan quienes nos sucedan y nos hayan conocido, una vez que ellos mueran, el recuerdo de lo que fuimos, también desaparecerá con ellos.

Con el paso del tiempo el olvido gana la partida. Tras nuestra muerte y la de quienes nos sucedieron, sólo seguirá existiendo aquello que hayamos dejado de forma menos perecedera: obras, escritos o palabras, cosechas que, la mayoría de ellas, también morirán, todo es cuestión de tiempo. Así pues, no olvidemos que el Hades, como el Cielo o el Infierno, son absoluta creación humana, pura ficción, una radiografía de lo inexistente, la nada, el vacío, una falacia permanente.

A lo largo de la historia de la humanidad, siempre han existido los dioses, lo que no son otra cosa que creaciones humanas, como asideros de la nada, de la vacuidad total.

Por tal, quienes se dedican a vender la idea de Dios, cualquiera que sea su advocación, no es otra cosa que una absoluta falacia, venta de humo sin aparejo alguno.

Nadie puede impedir ni obligar a creer en los dioses, pero el creyente debe ser consecuente, lo primero que debe saber es que sus creencias son pura ficción, una vez aceptada tal premisa, atender con absoluto compromiso, las obligaciones que le impone su credo, por ello, en todo momento debe ser perseverante con sus creencias. Ahora bien, el proselitismo debe estar prohibido, ya que ante todo debe primar la libertad de pensamiento, se vive en una comunidad plural y, con civismo, la libertad de pensamiento, es una tarea que se debe aceptar por y para todos los convecinos, con o sin creencias.

© Jcb


domingo, 20 de diciembre de 2020

EL POETA 2

 



El poeta en cuanto interprete de su ser,

observa su tiempo y espacio, cual metro

de subjetividad, sin huir del cetro

y razón de ora et labora en su recoser.


Con pluma y papel enjuicia el abastecer

de su mundo interior, que por entero

transmuta en exterior cual alfarero,

que adapta su reflexión sin desfallecer.


Valora y toma partido por todo

cuanto le acontece a todos sus mundos,

nada le es ajeno y con ellos vive.


Su compromiso son las gentes, nudo

y razón de ser, cosmos abrazados

e inherentes en los que él adjetive.


© Jcb.



domingo, 13 de diciembre de 2020

GALGOS O PODENCOS



Andamos con discusión para arriba,

disputa para abajo, con toda adhesión

a la oración, que si fue Platón, ocasión

a Aristóteles no faltó diatriba.


Alguno cual jornalero vagaba

en su razonar por esa contribución,

con ética desde justa cavilación

que con decencia por tal abogaba.


Todos contribuyeron a la fuerza

de la razón, teniendo a Sócrates

como defensor de la justa reflexión.


Es lo plural quien precisa agudeza,

de manija para fijar ajustes

con la epistemología en justa anexión.


© Jcb.



domingo, 6 de diciembre de 2020

0055

 



Vivimos rodeados de intereses individuales y grupales,

los que jamás son intereses comunales.


La comunidad siempre está alejada del “mundanal ruido”,

son intereses individuales y/o grupales,

los que con falsedad se arrogan la defensa del bien común,

lo que no es otra cosa que: mentiras, patrañas y traiciones,

resultados de anteponer sus egos individuales y grupales,

sobre los intereses de la Nación.


Así apilan falsedades un día tras otro,

cuando tal montaña se ha transmutado en un cenagal,

se transforman y se confunden con él,

por tal, pasan a formar una misma unidad

de acción y vida en el gran lodazal,

donde retozan a costa de los más.


© Jcb.