martes, 29 de noviembre de 2011

Nada compro, nada vendo








Mi cuerpo me abandona,
se ha hecho mayor,
ya no me sigue.

Al piano le falta afinación,
su teclado ha perdido conexión,
su armonía y sonoridad,
sin más quedó atrás.

Por contra, como aquel batallador,
mi fortaleza es más segura,
su estructura tiene más cimentación.

Nada tengo que comprar,
nada tengo que vender, soy yo.
Si quieres conmigo caminar,
Tómame tal cual.
Cada día un nuevo reto
y vuelve a empezar.
Para cosechar, hay que sembrar.

Los principios y capacidad, ahí están,
si quieres los puedes tomar o dejar.
Todo es acción y reflexión.
Razón y corazón.
Dos por uno en la misma gestión.

Ante todo consigo mismo honestidad,
no quiere decir que al velero
tengas que abandonar.
Su navegar no debe perder
intensidad y capacidad,
debe surcar los mares hasta el final,
hasta que el corazón no “bombee” más.

La viña su fruto dio,
ahora es momento de gozar
del caldo que aquella uva otorgó.
Bebe y goza en compañía y armonía,
de la añada que el paso de los días
te proporcionó, pues jamás volverá.

Al candil su mecha y aceite,
llegan a su fin, no hay más.
Todo es tropel sin querer,
pero así es. El velero llega a puerto
sin esqueleto que le sostenga,
sin ropaje ni amarre que lo ate.