Leyes
inagotables, frescas y vivas,
capaces
de tomar el pulso a la vida de cada día,
donde
los impulsos vitales de la ciudadanía,
se
vean reflejados, como actividad vital de las gentes,
donde
la libertad y la justicia,
sean
el corazón y la razón de las mismas,
donde
la armonía sea la conducta ordinaria
de
las gentes de bien.
Espacios,
donde cada cual, desde el más infante,
al
más anciano, diariamente cumpla con su leal
obligación
de ciudadanía.
Donde
la bellaquería no se observe
en
tiempo y espacio alguno,
menos
aún en el BOE.
©
Jcb