Los
sueños son torbellinos que viven,
toman
luz y ganan acción con molde
de
voluntad, flora y fauna con tilde
para
sazonar la dicha que aviven.
Es
satisfacción del niño y aquel joven,
que
en vivo y frutal viaje, desentolde
por
voluntad y reflexión rebelde,
las
ligaduras que le desmotiven.
Son
pellizcos de esas felicidades,
cuyas
luces registran sin ambages,
todo
lo preciso de su ropaje.
No
olvides las piedras de merindades,
ellas
son impedimentos que eriges
por
sangre e intereses sin arbitraje.
©
Jcb
Nota de interés:
Agradecemos a Hasbia M. Aomar, el préstamo que nos hace con la imagen que acompaña al presente poema.