Ninguna
belleza tendrá valor si
carece
de dignidad. Nada podrá
gozar
de dignidad si ella, en sí,
no
goza de belleza. Tanto dignidad
como
belleza, son valores autónomos;
ninguna
precisan de la otra, aún
así,
si las unes, alcanzas una
unidad
de perfección, de nobleza, de
grandeza
de ser, y, hacer de sublime
emoción,
de laboriosa armonía
en
libertad, hechos y trechos por lo
que
debe caminar toda la acción
de
las personas que gozan de libertad
y
verdad cívica con perseverancia.
©
Jcb