Toma
mis manos, que ellas sean tu
asidero,
donde quiera que vayas
serán
tu cayado con el que coserás
tus
senderos, libres como tu espíritu,
desde
donde instalarás el ímpetu
y
la causa de tu acción, cuyas armas
sean
razón y reflexión, acerías
con
las que armarás tus corazas, tu
fortaleza, cual decoro de tus basas.
Toda
construcción precisa sus firmes,
sin
ellos los contrafuertes nada son.
A
tu yo, le extiendo mis manos, las
puedes
tomar o dejar, ellas son mimbres
para
tu cesto, remos de tu velero.
©
Jcb