No me gusta la mala gente,
no me gustan los estafadores,
los “negreros”, la gente “chafardera”,
cualquiera que sea su actividad, oficio
u ocupación económica.
No me gusta la gente explotadora,
la gente que se sirve de un cargo
u empleo para “imponer sus reales”.
No me gusta la gente que obliga
a otros para que hagan,
quieran o no, su voluntad.
No me gusta la gente que amenaza
con que “viene el lobo”,
para que esos, “confiados”,
hagan lo que el amenazante
quiere que hagan.
No me gusta la mala gente,
los parásitos sociales,
los vividores del sudor ajeno,
los explotadores sociales,
aquellos que mediante rezos
o supuestas reivindicaciones
políticas o sociales,
se posicionan en estadios
económicos y sociales,
que jamás ocuparían por méritos propios,
si por medio no estuviesen esas ocupaciones
temporales, que las convierten en eternas.
No me gusta la mala gente,
los profesionales
del sindicalismo o la política,
que con valía o sin ella
(lo común es sin ella),
hacen que tales actividades,
se hagan eternas, por lo que
terminan entendiendo que aquello,
lo público, es de su propiedad,
para finalizar, de una u otra forma,
“metiendo la mano” en la caja de erario público.
No me gusta la mala gente,
no me gustan los
“salva patrias”,
aquellos individuos,
que para alcanzar una representación
pública ante la ciudadanía,
lo hagan gracias a la mentira,
la estafa, la villanía, el robo
y la manipulación de la voluntad
del común de las gentes,
de quienes normalmente
dependen que le reconozcan con su voto.
No me gusta la mala gente,
aquellos que “miran por encima del hombro”
a otras gentes.
No me gusta la gente
que se cree superior
a otras gentes
No me gusta la gente
que se vale de su posición
personal, económica o social
para imponer su voluntad a otras gentes.
Admito los errores humanos,
pero no me gusta la gente “chapucera”,
la gente mal trabaja.
No me gusta la gente que de común
es vaga física y mental.
No me gusta la gente que sistemáticamente
incumple sus obligaciones,
cualquiera que sea su profesión u oficio,
su posición social o económica.
No me gusta la gente
que deja las cosas sin hacer,
por voluntad puntual o sistemática.
No me gusta la gente
que deja de hacer aquello
que está obligado a hacer,
para no perder posición,
cualquiera que ésta sea.
Quiera o no, ello es engañar,
es falsear, es negar la verdad.
Es en definitiva, una persona
degenerada por hipócrita y farsante.
No me gusta la mala gente,
aquella que por mor de su capacidad temporal
de escribir en el boletín oficial del estado,
dicta normas en su favor personal
o de grupo afín,
dictando con ello normas
contrarias al bien común.
No me gustan los mentirosos,
estafadores sociales.
No me gusta la mala gente,
que se vale de la buena gente
para eludir las obligaciones
cívico sociales,
económicas y políticas,
por lo que deben ser auscultadas
por el código penal.
No me gusta la mala gente.
© Jcb