Las hojas del mar brillan por si
solas,
llegan a tierra alzando sus alas,
son un cabriolé de espumas blancas,
en todas direcciones arrastran las
diosas de oro y plata. Batirlas
para rodar, observar las criaturas,
hacen en sus tierras grandes hiladas
de
bosques frondosos, raíces de villas.
Exploran espacios cual doctos dioses
de las aguas de cualquier lugar,
sueños
que confluyen en horizonte solaz.
Programas de honor en agasajes,
marineros de pasión crean luengos
tiempos en soledad por tierra soñar.
©
Jcb