Hemos
admitir que el empresario “Dios”,
no
parece tenga bien codificadas las normas,
de
sus operarios en acción: tras el “adiós” de despedida,
en
derechos y obligaciones,
olvidan
de los encargos recibidos.
Sean
escritos o verbales, mandamientos son,
que
su empresario “Dios”, dicen que les presento y,
su
cumplimiento encargó.
Al
no pedir resultados,
los
incumplimientos son su diaria comunión.
Tal
es que hablan y actúan en manada,
logrando
con artes mundanas,
entre
cantos y rezos, acopios legos.
Su
palabra y acción son abalorios mundanos,
lejos
de la ajustada interpretación de los
mandatos
que su empresario “Dios” les codificó.
Hacen
lectura e interpretación de cada lección,
que
ellos mismos por dan abortada,
cual
emisarios de cada jornada.
Sus
adagios, en cada amanecida y puesta de sol,
son
un fracaso de aquella delegación de su “Dios”.
Viven
del sudor ajeno, explotando al vecino
que
obra de buena fe, cuyo razonamiento no se ve.
Como
organización, son gentes de rapiña,
negreros
en toda amanecida y puesta de sol.
Si
se juntan todos sus crímenes, no se vería la luz del sol.
Como
individuos, los hay con quienes
se
podía tomar vinos y departir de los colores
del
día y de la noche y hasta de los brillos de su “Dios”.
Como
miembros de género humano, hay de todo,
inclusive
hasta los que niegan todo mandato de su “Dios”.
De
la civil sociedad,
obligados
están a observar toda disposición
de
justa Constitución,
sin
quitar ni alterar un gramo de su verdad,
así,
ajustándose a la legalidad,
vínculo
tienen con lo lego en justa comunidad,
cosa
que incumplen con paramento sacral.
©
Jcb