lunes, 23 de abril de 2018

Las Horas vividas





A Juan Luis Quevedo Seco,
amante del pupitre y la honesta pulla verbal.


Muchos son los días muertos, cuyas horas
vividas, no me llenan de contento,
pues, por muerto, es malogrado el recuento,
en calendario viviente de ataduras.

Pletórica pasión de amor, mordeduras
que sufre el culto sin sexo despierto,
dormir no quiero por mi descontento,
de amanecer sin sus abolladuras.

Al acecho quedo tras mi amanecida,
que aliento de su existencia, es la llama
de vivencias que dan fe de la vida.

Husmeando el día atisbo la abastecida
mañana de nuevos juicios, calmada
aurora nueva, dichosa madrugada.

© Jcb



lunes, 16 de abril de 2018

Mi yo y su vasija




     La vasija de mi yo tiene meta
final, sus límites son caducidad
incierta, lo mismo que su anualidad
certera, es su fragilidad coqueta.
     Es arqueta que filtra toda tormenta,
asienta y ordena los filtros de su verdad,
elabora el control de su anualidad,
produce los vientos que le sustenta.
     Mi jarrón no sabe de mi yo, cede
toda bula de su razón y ciencia,
sus lindes moran junto a sus afanes.
     Mi yo es consciente de su recipiente,
así sus restricciones son advertencia,
límites y licencias de su acacia.

© Jcb



lunes, 9 de abril de 2018

Mi barca






    Mi barca no tiene velas, le falta
el timón, sus remos están desgastados,
aún así, su navegar son soñados
remontes que alzan la vía más resuelta.
    Mantiene la ciencia más desenvuelta,
aquella que genera espacios amados,
donde todo vivir son entorchados,
hazañas de la vida más esbelta.
    Mi navegar es liviano, mi frágil
velero, no soporta grandes vientos,
las tormentas le hacen zozobrar.
    El galeón me acarrea, niega ser púgil,
acepta las tormentas sin contentos.
Poseidón está al confín para encumbrar.

© Jcb


La imágen que acompaña al presente poema, es propiedad del acuarelista don Mariano Mosquera Mata, con residencia en Carcaixent (Valencia). A quien agradecemos el préstamo.






viernes, 6 de abril de 2018

La fortaleza del débil





     Toda fortaleza es débil si espera
paciente con impaciencia, es el ideal
de los silentes que gritan su floreal
silencio, congoja en su anguilera.
     Su débil fuerza es razón que abandera
lucha interior, quien busca el ser del desleal
que hiere la flor del sosiego boreal,
tales silencios son su abrazadera.
     Vestir la reserva, es la fuerza frágil
que guarda las murallas, quien cerrara
la preservación del ser en reposo.
     La alcazaba per se niega el mercantil
acto del yo; él crea la verdad cimera
que refuerza el ser y estar más hermoso.

© Jcb


sábado, 31 de marzo de 2018

LII





Para tu edificación la tribu te
dotará de cimentación armada,
cuyos contrafuertes verán confiada
dulce guía que tu libertad conmute.

Coronada balaustrada dispute
licencia en responsabilidad, fiada
al aliento personal y grupal, criada
en las sendas de la vida y su disfrute.

Toda la programación ha mudado,
tu arribada sí ha obrado las vidas;
eres y ocupas cuantos espacios son.

Abres y cierras el día abotonado,
a cuyo sendero otorgas esas midas
de abundancia que se fija en tu blasón.

© Jcb



sábado, 24 de marzo de 2018

Sentir la soledad





Soledad hecho natural de toda
vida humana, certeza que enoja
el amor, rumiando la razón arroja
la reflexión que busca he incomoda.

Con el retiro, te auxilias, creas poda
de aquello que sin razón te despoja
de tu yo, de tu sentir, lo que aloja
la causa ubérrima que te acomoda.

En los naufragios rumio la soledad,
son momentos de valoración, causa
de parámetros en búsqueda del ser.

Todo tiempo y espacio es oportunidad,
períodos de vivencias con difusa
gratitud que me vincula al rehacer.

© Jcb



sábado, 17 de marzo de 2018

Los secretos del silencio interior





Mi interior protege los más sublimes
secretos de mi yo, son contrafuertes
garantes de las basas, acicates
donde se vierten mis yos más sublimes.

Los silencios precisan unánimes
ausencias de trajín, firmes baluartes
donde se aúnen la reflexión, cual fuertes
dosis de abstracción con nuestros dirimes.

Atravesar las justas palabras del
silencio, es versar los rincones del
yo, poner al descubierto la razón.

Engarzar mi interior es aquel batel
que produce acogimiento al yo, oropel
de lucha y desgarro en la maduración.

© Jcb