jueves, 1 de octubre de 2015

La honorabilidad de lo individual y lo colectivo







El concepto de lo individual como de lo colectivo, en cada momento, es hijo de su tiempo; no obstante todos debemos tomar las lecciones de la historia, ellas deben ser valoradas conforme a la capacidad y presente de cada cual.
Así, con tal argamasa, en cada momento, proyectar el futuro de todos y cada uno de los individuos que conforman la colectividad, tal es el arte individual y colectivo, de la construcción del “yo” y el “nos”.
Nada puede ser ajeno a los individuos que conforman la comunidad, por ello desde la libertad y la pluralidad, todos los miembros, tienen el derecho y la obligación de emplear su tiempo y hacienda en el bien y progreso propio y por ende, en el bien y progreso de la sociedad en su conjunto.
Por tal, la ciudadanía toda, cuando concurran las circunstancias que lo hagan posible, tiene el derecho y el deber de ser representantes políticos de sus conciudadanos. Lo que sin duda ser un honor, que tus convecinos te señalen como su representante temporal ante las instituciones públicas. Una temporalidad que en ningún caso debe superar un máximo de dos legislaturas.
Un gran honor y un orgullo personal, es lo que debe sentir toda aquella persona que llega a tener la representación pública de cualquier territorio y colectivo de la Nación.
El tiempo que dediques a representar a tus conciudadanos en las instituciones públicas, es algo que siempre les debes agradecer.
Para tal hecho, sólo se precisa cuatro cosas: compromiso, capacidad, voluntad y honorabilidad.
Finalizada aquella temporalidad, se debe presentar gestión y agradecer la nominación, marchando a casa a continuar con las ocupaciones ordinarias, con el honor del deber cumplido.
Por tal entendemos nos, la representación de la colectividad, cualquiera que la misma sea.

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