Todo
quedó en la historia,
los vínculos que fueron
vivos,
quedaron valorados y
admitidos,
hasta que giraron de
signo.
Cuando los giros fueron
inversos,
todo cambió, nadie es
amigo de la derrota,
el perdedor es uno, la
pluralidad se desvanece,
por tal, sólo al
derrotado, le queda la tristeza
y la oscuridad de la
noche,
donde deberá curar sus
heridas.
Allí todo pasó a ser
sigiloso,
perezoso y
contaminante.
La vida no está hecha
para los perdedores,
a los derrotados, sólo
les queda soledad,
lo más negro y taciturno del panorama social.
La derrota, no tiene
dueño,
de la victoria todo el
mundo es titular.
©
Jcb