Silente
y sombrío zumbea y gime,
el
zángano harto de su nostalgia,
que
a voz en grito, busca biología
con
la que poder lograr todo chisme.
Por
tal, adormecido reza y dirime
la
forma de alcanzar el pálpito guía,
que
sin mover un músculo exigía,
higos
y brevas de sostén en racime.
Amodorrado,
es su estéril acción
bullicio
insolente que vive oquedad
por
encrestar, y a todo grito heredar.
Frágil
escollera de aceptación
vana,
cuya bonanza en abundad
de
camino encrucijada por vadear.
©
Jcb