Muerte
eres tu, soy yo, es aquel otro,
somos
todos, donde hay vida, anida
la
muerte, lo único que ella demanda
es
reconocimiento de su ser en castro.
Sólo
con prudencia y justo arbitro,
la
vida gana lustros como añadida,
con
prudencia y humildad asistida
de
acción, con imaginación en cetro.
La
muerte es el final del camino,
lo
que importa es el refrendo de actos
del
mismo, con fortaleza por su existencia.
La
batalla es singular cual alpino,
que
requiere valor de marino, proyectos
de
verdad en cada instante de acacia.
©
Jcb