viernes, 10 de abril de 2015

Mi cayado






Andaba yo, con la ayuda de mi cayado,
cabizbajo, rumiando mis asuntos,
por ello anduve, silenciosamente callado,
a fin de que los pájaros y plantas del monte,
junto a mi guardasen un respetuoso silencio,
que es como mejor se digieren los pensamientos.

Las lecciones de la vida, me enseñaron a callar,
expresarse conforme a los sentimientos,
muchas veces no es prudente, 
la sinceridad no siempre se entiende, ni cae bien.

Así, toda mi vida, silenciosamente caminé por ella,
hasta que al final de mi vida adulta,
una vez que el cuerpo no soportó más,
mi yo se dejó morir con él,
razón por la que, silenciosamente, morí en paz.



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