A
Paloma Carles Candeira
I
Pese
a la tornasolada niebla,
el
día era brillante, su belleza
era
natural, quizás más hermosa
cuando
ninguna sombra le cobija,
pero
es igual, hoy está bellísima.
Su
penetrante mirada le otorga
mayor
perfección; su erguida silueta,
contorneada,
es aureola perfecta.
Su
mirada otorgaba grandeza,
había
ganado aplomo, fijarme
en
ella era volver a lo perfecto.
Con
el mundo recorrido, su grandeza
le
proporcionó excelsía sin follaje,
su
notoriedad llegaba a todo.
II
Ya
se que eres psiquiatra, tu podrías
curarme
y hacer que pueda vivir con
verdad,
amando a dos mujeres, acción
que
no precisa echar de menos cotas
de
ninguna de ellas dos, son acacias
de
vida que para un rendido de pasión,
nada
impide, por amor, la duplicación.
Quiero
el clímax de vidas deseadas.
No,
querido. No te curaré nunca,
de
esta manera, en ésta fecha
abriré
una historia clínica, por
lo
que serás mi paciente crónico,
que
vista tu lesión, para sobrevivir,
precisarás
mi asistencia toda su vida.
©
Jcb