martes, 11 de septiembre de 2012
Coplas a la muerte del amor
A una y otra orilla,
con el tiempo la distancia creció,
en el tránsito al camino, ya pedregoso,
la hierba y maleza le creció,
la impaciencia el corazón endureció,
con ello y la distancia
la incomprensión se acrecentó.
Llorar un día sí y otro también,
no causa alivio,
si tristeza de corazón.
Decir hasta aquí llegó,
aunque sea necesario,
no es solución.
Cierra la puerta
mata la pasión
y desconsuela el corazón.
Toda roturación es una agresión,
sea a la tierra o al corazón.
A la tierra el bien y la pasión,
para el corazón la aflicción.
Nadie es culpable,
la culpabilidad no está sola,
tampoco es individual,
en todo caso es compartida
por los jugadores de la partida.
Cuando uno se encierra en su palomar,
cierra las puertas del otro solar,
que habitado o no,
también tiene su susurrar.
¿Qué sentido tiene la vida,
cuando la soledad del día,
uno tras otro, es tu única compañía?.
Soledad no buscada,
soledad no desea,
pesadumbre del corazón.
Cuando hay medida de doble valoración,
nunca se puede hablar de mi “yo”,
el “tu” y el “yo”, tiene matices de valoración.
Ambos pueden disentir,
pero cuando cantan el mismo idioma todo es.
Cuando se pide igualdad,
al final se debe palpar.
En su defecto todo asimetría será.
Cuando hay desproporcionalidad,
nace una variante, que es otro cantar.
Contigo quise navegar
aún sin saber nadar.
Contigo quise trepar
sin más asidero que mi voluntad.
Al final no vi el puerto
y la playa quedó en otro lugar.
La montaña se empinó
y no hay ninguna estación;
por una u otra razón, el camino de lodo se llenó.
En todo momento hace falta sumar,
para subir todo repecho,
se exige cabeza y corazón.
La voluntad se supone que existe
pero parece que en el camino quedó
Si la tristeza, en kilómetros, se pudiese sumar
¿hasta dónde hubiere llegado yo?.
Es un largo y sinuoso camino
que hoy mi cuerpo ya no soporta
y mi corazón se agota.
El cansancio se hizo psico-físico
y el puerto final ya llegó,
pese a que la voluntad y la razón, aún dice no.