¡¡¡Adiós Salvador, adiós!!!
Hoy sin ti mi soledad se acrecentó,
No siento dolor, pero sí, mi pena creció.
Días atrás, en el hospital,
te señale que nuestro candil se apagaba,
por tu valentía me ganaste la partida,
no siento la derrota, pero si tu despedida,
con ella mi orfandad es mayor.
No siento dolor, mi cuerpo no aguanta más,
pero sí mi pena y soledad.
Para mi, a pulso, día a día,
te ganaste el título de “buena gente”.
Te felicito y me alegra saber que te conté entre “mi gente”.
Has abierto el camino que otros no tardaremos en recorrer.
No me asusta ni tu partida ni la mía,
pero si me entristecen los afectos que en el camino se quedan,
Ya sólo te podré saludar en mi interior,
eso sí, me causa dolor.
Así pues “mon ami”,
reservarme un espacio,
pues en pocas fechas (no te puedo asegurar la suma de ellas)
iré a tu encuentro.
Allí, espero, deseo, poder vivir la vida,
que aquí no supimos o pudimos compartir.
¡¡¡Adiós Salvador, Adiós!!!
Gracias por tu amistad.
Gracias por tu consideración.
Gracias por tu bondad.
Siempre te llevaré en mi mente y en mi corazón.
Un eterno abrazo.