No
toda mi melancolía está en
mi
interior, de lejos me es enviada,
se
incrusta por los poros de mi amada
razón,
alojada en mi yo, esparcen
mi
aflicción por todo mi yo, abotonen
mi
tormenta interior, cual paz ganada;
son
sortilegios de la razón, abogada
de
la reflexión, como acto aborigen.
Sólo
actos de amor, como justa
ley
del intelecto, son capaces de
superar
los límites de la encerrada
alma
inquieta, que se pellizca y agita
cual
afta al honor. Jaula de saudade
como
molde de pudor acrisolada.
©
Jcb