Habito
en mi extrañeza con alas
de
halcón peregrino, oteando
el
sombrío valle, donde abanderando
su
limpieza natural, las abubillas
gozan
de libertad, para abrir las
limitaciones
de las bollas del bando
de
los humanos, quienes biselando
la vida propia, niegan las mochilas
de
la invasora hierba del valle, que
aún
con certeza goza de su hacer,
con
llanto por la vida de la cañada.
Son
aduanas que impiden todo aboque,
manumisión
que lisiando amanecer,
cercena
con fortificación la mañana.
©
Jcb