En la apelación a mi sentimiento
se adormece en el corazón que late
cien por uno, donde su escaparate
es la frente abierta al paso que aliento.
Quizás la oscuridad sea alimento
refugio del alma y en precio abarate
el costo en la reflexión, acicate
del libre albedrío con cata y acento.
Para estar, hay que ser, cuyo combate
demanda la pulcritud y firmeza,
de quien desde su libertad afirma
principio vital de ser, cuyo embate
no deja ser otro que la certeza
de la licencia del yo que la firma.
© Jcb