La noche cubre mi estancia, anestesia
mi yo, me opongo a la monotonía,
niego el tiempo y el espacio, la atonía
carece de prestancia y pleitesía.
Cabe la virtud como cortesía,
luz y mesura, sueños de armonía
donde la razón pide sinfonía
de actos positivos en membresía.
Disfrutar del silencio es paz y ritmo
de vida, donde mora coherencia
interior del yo, forja de equilibrio,
unidad de reflexión, algoritmo
finito de la criatura, apetencia
del dominio por la estancia en umbrío.
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