Es
su traslúcido ser lo que llama
al
canciller formalizar la belleza
de
su ser, prestancia de alabanza
por
su bizarría, afinidad que ahorma
toda
acción en libertad de quien ama,
por
ilusión el hermoso hacer; baza
del
artesano que blande su maza
con
gallardía, presto para la firma.
Blanco
ser, cuyo existir es acento
de
belleza y perfección por holganza,
donde
hermosura acentúa coraza.
Libre
ensoñación en puro acto
creador,
cual fábrica de gobernanza,
cuya
firma es elegancia que abraza.
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