Si
tu cuerpo es la vasija de tu
yo,
y, tus ojos el espejo de tu alma,
tus
actos y tu palabra son calma,
donde
el ser debe ganar ímpetu.
Deja
que el carruaje de tu espíritu
fluya
en toda su extensión, es tilma
que
arropa los actos del yo, tal olma
de
acción y expresión, es cual tutú
que
permite la gestión de los pasos
de
danza de tu landó, es el cincel
que
con justa presión gana batalla.
La
guerra la tienes perdida, pero
si
cuidas el ánfora de tu yo, las
derrotas
serán leales a la vida.
©
Jcb