lunes, 2 de marzo de 2015

Hijo de su tiempo






A Agustín Ortíz Herreros



Si acudo a mi memoria, me encuentro
con la rudeza del tiempo y el lugar,
todo era, como cualquier otro espacio, carente,
las más de las veces, hasta de lo más básico.
Todo era, como hoy, hijo de su tiempo y sus circunstancias.
Las limitaciones eran palpables,
con consciencia y sin ella, como hoy,
todo era hijo de su tiempo, lugar y el manto negro,
que la noche de los tiempos extendió sobre los más.
Aún así la negra boina que todo lo cubría,
era y sigue siendo, un sobretodo pesado y gris,
que, de ninguna forma permitía entrada de luz alguna.
Para correr las cortinas, se precisaba, como hoy,
tiempo, voluntad e intelecto.
La remoción era necesaria, el deseo de bien y mejora,
era presente en todos los actos y razonamientos.
Como siempre ha ocurrido, sólo una minoría era
la que estaba al frente de las cosas,
la que “tiraba del carro” de esa mejora y crecimiento social,
ello aún, las más de las veces,
en contra de quienes tenían la “batuta”.

Hoy, cuando echamos mano a la memoria
y miramos por el “espejo retrovisor”, vemos que así era y,
que por desgracia sigue siendo,
inclusive en la nuevas generaciones.
Todo ello sigue siendo “hijo de su tiempo”,
del “manto negro” de la “noche de los tiempos”,
que todo cubre y justifica.
Es la carencia de evolución mental y,
por ende revolución social,
lo que no significa sangre y dolor.


© Jcb