Si
tu mundo es aquel donde el disfraz es la prenda de uso más común,
en cuyos tiempos y espacios os encontráis cómodos cual torbellino
vacío del yo, aquel donde la apariencia es la autenticidad más
común de todo hacer, ser y estar; por ende tu caminar está ausente
del pensar, si lo prefieres, hacer uso de la razón, cual reflexión
de cuanto eres y son las gentes de que te rodean. Tal hecho en ti es
una absoluta quimera, una ficción. Tal cual cuenco vacío, vives en
la “pompa” de jabón, donde todo está, cual veleta, al socaire
de los vientos.
Jamás
pones los “pies en el suelo”, lo tuyo es el bullicio, la fiesta,
las copas, el “to er mundo es güeno”. No es que yo afirme que,
de natural, la gente sea “mala”, no es eso, lo que ocurre es que
“hay gente pa tó”. Por tal, creo yo, que tu hacer y decir, deben
ir de la mano de la observación y la reflexión, saber que hay
“buena gente” y que hay gente “tóxica”, que lo único que
busca es “vivir del sudor ajeno”, gente que no se compromete en
momento alguno, que vive a la sombra de “tirios” y “troyanos”,
gente que aún, pese a su edad y posibilidades, siempre ha vivido y,
en ello sigue, por mor de terceros.
Me
hablas de tu mundo y tus cuitas personales. Bien, como ya sabes soy
alérgico a las deslealtades y, por ende no tolero a los desleales,
desprecio sus comportamientos, cualquiera que sea el tiempo, el
espacio y sus circunstancias. Toda felonía viene precedida de una
sucesión de falacias, lo que termina por lo común en la habitual
traición. Acepto lo que señalas, pero te recuerdo que lo
procedente en todo momento, cualquiera que sea la circunstancia, es
que observes y medites tus palabras y actuaciones, las que siempre
deben estar presididas por la ética cuya verdad es equilibrio y
justicia como la mejor entrega a la causa, cualquiera que ella sea.
Todos
los actos de los humanos, entiendo yo, deben estar presididos por la
lealtad individual y colectiva, lo saludable como belleza y armonía
del hacer de los humanos, lo que en términos socráticos, diríamos
que ello es igual a “verdad” y “justicia” (nada es bello si
carece de verdad, lo que por ende es injusto), ello, cualquiera que
sea el tiempo y lugar. Sostengo que la instrucción se produce en las
academias públicas, cualquiera que sea la edad de los educandos, lo
que se inicia en la cuna y termina con la losa sepulcral, cualquiera
que sea la capacidad y opción de cada educando, por tal, opino, que
la educación es aquello que genera la “tribu”, donde vive y se
desarrolla cada uno de los individuos, ya que la cultura, es aquello
que queda después de haberse olvidado todo.
Por
tales razones, entiendo que el ciudadano es aquella persona que forma
parte de sociedad que le acoge, protege y le ayuda en su desarrollo,
con la que se compromete y participa con absoluta lealtad con todas y
cada una de las necesidades de la misma, ello en justa
correspondencia a las capacidades y posibilidades de cada cual. Así
pues, la ciudadanía se conforma desde la leal responsabilidad de
cada uno de los ciudadanos, los que como parte de la misma, conforman
la sociedad en pleno. Por tal razón afirmamos que no existe
sociedad; es decir, colectividad, si sólo se producen
individualidades; por contra, sólo existe colectividad cuando las
personas individuales se ponen al servicio del colectivo, tal y como
en su día lo acreditó Sócrates, prefiriendo morir antes que violar
las leyes del Estado, ello pese a que supiere que su sentencia era
una farsa.
Así
pues, si en tu acción individual, cualquiera que sea el tiempo y
lugar, no tienes otro objetivo que tu propia individualidad y sólo
miras tu propio ombligo, es obvio que careces de empatía social o
grupal, ya que tu contribución a la sociedad de la que formas parte,
“brilla por su ausencia”, en términos coloquiales, diríamos que
eres un parásito para esa misma sociedad.
Por
tales razones, te pido que salgas de tu individual “ghetto” para
que te puedas dar y comprometer con la sociedad que te acoge, te
arropa y te brinda todo tipo de posibilidades, cualesquiera que sean
las de tus preferencias. Si en el desarrollo y desenvolvimiento de
tus preferencias o intereses personales, te implicas y comprometes
con la sociedad grupal que te proporciona todos y cada uno de tus
medios de vida, es obvio que pasarías a la categoría de
“ciudadano”, de lo contrario, no dejarás de ser otra cosa que un
individuo; es decir, un número más de la manada y, sinceramente, la
“manada” sólo sirve para hacer ruido y levantar gran una
polvareda en sus desplazamientos grupales.
©
Jcb