No
busques dioses etéreos, no han existido,
no
existen y tampoco existirán.
Ya
desde antes de nacer has tenido y tienes
la
gran diosa de tu vida:
la
madre que te gestó y alumbró,
quien
también cuidó y cuidará de ti toda su vida.
A
ella y a los demás miembros de tu tribu, te debes asir
para
fijar tus basamentos y sus contrafuertes de vida.
No
indagues más allá de tales límites.
Todo
cuanto logres fuera de ellos,
tendrás
que pagar un gran precio,
cuyo
coste, a veces, es inmenso,
son
cuantías, a las que, quieras o no,
deberás
hacer frente,
con
todos tus bienes personales
presentes
y futuros.
Debes
saber que la gratuidad no existe,
igual
que la filantropía, la encontrarás
en
muy pequeñas porciones.
Sólo
en el interior de tu tribu hallarás lo que precises.
Por
tal hacer “tribu”, es fortalece tu vida individual y social,
la
vida comunal te hará éticamente sociable.
©
Jcb