sábado, 15 de febrero de 2020

TU MUNDO, NO ES MI MUNDO




Si tu mundo es aquel donde el disfraz es la prenda de uso más común, en cuyos tiempos y espacios os encontráis cómodos cual torbellino vacío del yo, aquel donde la apariencia es la autenticidad más común de todo hacer, ser y estar; por ende tu caminar está ausente del pensar, si lo prefieres, hacer uso de la razón, cual reflexión de cuanto eres y son las gentes de que te rodean. Tal hecho en ti es una absoluta quimera, una ficción. Tal cual cuenco vacío, vives en la “pompa” de jabón, donde todo está, cual veleta, al socaire de los vientos.

Jamás pones los “pies en el suelo”, lo tuyo es el bullicio, la fiesta, las copas, el “to er mundo es güeno”. No es que yo afirme que, de natural, la gente sea “mala”, no es eso, lo que ocurre es que “hay gente pa tó”. Por tal, creo yo, que tu hacer y decir, deben ir de la mano de la observación y la reflexión, saber que hay “buena gente” y que hay gente “tóxica”, que lo único que busca es “vivir del sudor ajeno”, gente que no se compromete en momento alguno, que vive a la sombra de “tirios” y “troyanos”, gente que aún, pese a su edad y posibilidades, siempre ha vivido y, en ello sigue, por mor de terceros.

Me hablas de tu mundo y tus cuitas personales. Bien, como ya sabes soy alérgico a las deslealtades y, por ende no tolero a los desleales, desprecio sus comportamientos, cualquiera que sea el tiempo, el espacio y sus circunstancias. Toda felonía viene precedida de una sucesión de falacias, lo que termina por lo común en la habitual traición. Acepto lo que señalas, pero te recuerdo que lo procedente en todo momento, cualquiera que sea la circunstancia, es que observes y medites tus palabras y actuaciones, las que siempre deben estar presididas por la ética cuya verdad es equilibrio y justicia como la mejor entrega a la causa, cualquiera que ella sea.

Todos los actos de los humanos, entiendo yo, deben estar presididos por la lealtad individual y colectiva, lo saludable como belleza y armonía del hacer de los humanos, lo que en términos socráticos, diríamos que ello es igual a “verdad” y “justicia” (nada es bello si carece de verdad, lo que por ende es injusto), ello, cualquiera que sea el tiempo y lugar. Sostengo que la instrucción se produce en las academias públicas, cualquiera que sea la edad de los educandos, lo que se inicia en la cuna y termina con la losa sepulcral, cualquiera que sea la capacidad y opción de cada educando, por tal, opino, que la educación es aquello que genera la “tribu”, donde vive y se desarrolla cada uno de los individuos, ya que la cultura, es aquello que queda después de haberse olvidado todo.

Por tales razones, entiendo que el ciudadano es aquella persona que forma parte de sociedad que le acoge, protege y le ayuda en su desarrollo, con la que se compromete y participa con absoluta lealtad con todas y cada una de las necesidades de la misma, ello en justa correspondencia a las capacidades y posibilidades de cada cual. Así pues, la ciudadanía se conforma desde la leal responsabilidad de cada uno de los ciudadanos, los que como parte de la misma, conforman la sociedad en pleno. Por tal razón afirmamos que no existe sociedad; es decir, colectividad, si sólo se producen individualidades; por contra, sólo existe colectividad cuando las personas individuales se ponen al servicio del colectivo, tal y como en su día lo acreditó Sócrates, prefiriendo morir antes que violar las leyes del Estado, ello pese a que supiere que su sentencia era una farsa.

Así pues, si en tu acción individual, cualquiera que sea el tiempo y lugar, no tienes otro objetivo que tu propia individualidad y sólo miras tu propio ombligo, es obvio que careces de empatía social o grupal, ya que tu contribución a la sociedad de la que formas parte, “brilla por su ausencia”, en términos coloquiales, diríamos que eres un parásito para esa misma sociedad.

Por tales razones, te pido que salgas de tu individual “ghetto” para que te puedas dar y comprometer con la sociedad que te acoge, te arropa y te brinda todo tipo de posibilidades, cualesquiera que sean las de tus preferencias. Si en el desarrollo y desenvolvimiento de tus preferencias o intereses personales, te implicas y comprometes con la sociedad grupal que te proporciona todos y cada uno de tus medios de vida, es obvio que pasarías a la categoría de “ciudadano”, de lo contrario, no dejarás de ser otra cosa que un individuo; es decir, un número más de la manada y, sinceramente, la “manada” sólo sirve para hacer ruido y levantar gran una polvareda en sus desplazamientos grupales.

© Jcb