Su alumbrado fue apagado, ya nada
fue igual, los baúles sellan la envidia,
la escarcha se hizo dueña, en la abadía
el pánico se alzo a la balconada.
Los campanarios dejaron callada
la mañana, la noche y voz del día,
el silencio se hizo en la cofradía,
todos quedaron en vía acotada.
Las ilusiones de gentes se ajaron,
la razón no razona el pensamiento,
todo se observa gris cuando no negro.
Sí, los anaqueles desatendieron
su utilidad, la maleza hizo asiento
en espacios de vida sin reintegro.
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