Allí,
en la lontananza,
en
la línea divisoria,
donde
se encuentran
la
claridad y la tiniebla,
aquel
espacio en el que ya nada
es
claramente perfecto,
donde
nada parece ser ni existir,
allí,
sin embargo es todo
en
absoluta plenitud,
donde
está por habitar la vida misma.
©
Jcb