Habitar
en lontananza es vigilar
la
inmanente presencia y la constancia,
de
quien es parte de la senda, esencia
que
abastece la vida en su deshilar.
Su
presencia es guía para perfilar
la
conducta y razón de cada agencia,
sueños
y pasiones por la adherencia
a
la vida en tribu por su destilar.
Cuando
alguien parte, siempre deja huella,
la
que da testimonio de su vida,
vivencias
que rememoran audiencia.
Así
pues, sólo la muerte adentella
generaciones
y sella añadida
vinculación
de memoria en anuencia.
©
Jcb