Pese
a mis desvelos, dudo que pueda llegar a tiempo,
ciertamente
que lo deseo,
pero
he de reconocer que el armario de mi yo,
goza
de mucha flaquezas.
Cualquiera
que sea mi final,
deseo
poder llegar a ver a mis “rapaciños”,
atados
a sus raíces y dispuestos a levantar vuelo,
con
la mejor de las preparaciones posibles.
En
la medida de mis posibilidades,
sin
duda, a ello me dedicaré el resto de mis días.
La
educación de su tribu y la instrucción pública,
les
forjará y concederá los contrafuertes de su ser y razonar.
Es
mi deseo que ese ser y ese razonar,
sea
absolutamente ético,
en
todo tiempo y lugar,
lo
que les proporcionará un lugar
ejemplar
entre sus conciudadanos.
No
hay ciudadanía sin ética individual y colectiva.
©
Jcb