Se
que mis rapaciños una vez alzen su vuelo,
me
superarán; sus capacidades y
voluntad,
generarán
todos sus logros.
Yo
moriré contento por su felicidad y aciertos.
Sólo
les pido razón ética en cada instante de su vida;
eso
sí, blandiendo la bandera de la honorabilidad,
tanto
en su ser como en su estar,
y,
que su vida profesional sea
de
absoluta pulcritud y perfección;
teniendo
como credo de vida ciudadana,
sin
apartarse de sus objetivos,
la
ética cívica más humana.
©
Jcb