Mis
ambiciones prologan, no poco,
mis limitaciones, por
tal tengo que
ponderar mis
posibilidades porque
mis deseos son programa
de silencio.
Esperanzas que anidan
con el tiempo,
cual mirada abastecida
de temple,
con agarrada plenitud
por costumbre
de pervivir por necesario contento.
De la vulgaridad de los
días, nacen
las mañanas más
soleadas, donde
la desnudez goza del
ser que anida.
Dejando la mirada
vagar, crecen
las luces en el
resurgir con acorde
inquietud, cuyo ente
ve acogida.
©
Jcb