Los
mares, siendo cobijo de los dioses,
es
despensa de la humanidad, doble
prestación
que siempre fue abarcable
por
la acción de los humanos, dioles
la
fuerza y la razón de la ficción, bases
de
doble sustento, sueño agradable
a
toda generación que buscó lo afable,
donde
vida y verdad con belleza soñares.
Asegurado
el sustento, la noche
se
adueño de la especulación,
el
“gurú” dominó la interpretación;
la
ficción perdió el honor y su acolche,
el
espíritu humano, siendo acción,
razón
y construcción, perdió por oración.
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Jcb