El ágil agente, se agencia su agenda,
intenta agitar a su aglomerado pueblo,
simbólicamente le da un fuerte agarrón.
Sin otro agarre que el propio agasajo,
a cada uno de los habitantes.
Todos tienen por sujeción su propia naturaleza;
les agasaja, sin agobiar su ágata.
Los números más comprometidos,
sin agonía, intentan agolparse en la plaza de la villa,
ágora, donde sin agravios todos agregan,
cada uno con su agraz grieta,
tienen por objetivo aglutinante,
los agravios de cada cual.
Con agrado gramatical, procuran
agrandar el ágora; todos toman el cálido agraz.
Todos ellos, con su pericia y gracejo,
sin agravio, con agregación, intentan grabar;
sin agriar ni agrietar suman al agremiado.
Los agrestes estados, con fuerte agrimensura y,
agilizando los agravios, con toda agilidad,
viven agradecidos, sin agotamientos,
con mutuo agradecimiento,
el agente agitador, entona el agnusdéi.
El aglomerado pueblo, en mutua agregación
ve luz y entona la libertad sin yugo
ni medianías que le maltrata y,
come su pan como voraces leones
que defienden su territorio.