A Francisco Ponce
Esos “ojos negros como la noche”,
tal cual la sombra ajena a aquella aurora,
son luceros que brillan en toda hora,
faros que aclaran el trance y su abroche.
Esos “ojos negros como la noche”,
clarean la luz del camino, adora
tenue luz del peregrino que añora
la ojiva en remolino de alimoche.
Esos “ojos negros como la noche”
que obran la gran luz de la letra impresa,
quien modula aquel destello del faro.
Esos “ojos negros como la noche”,
luminiscencia de la vía ilesa,
cual andarín que vive como zíngaro.
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