Quedo aterido por el frío de la noche que cae sin remisión,
todo cuanto acontece cambia de color,
el gris oscuro se apodera del contorno,
también de las ideas, por lo que la lucidez
no es otra que aquella que “brilla por su ausencia”.
Las voluntades también se contagian,
tomando un comportamiento taciturno,
faltando a los deberes con diligente honor,
por tal el silencio es una gran vacuidad
semejante a la gran losa sepulcral.
Ya nada vuelve a su estado natural,
los reparos toman carta de naturaleza,
las excusas y las reservas son las monedas de cambio
en todo trato, la caución es el hecho más común,
inclusive entre los vínculos de sangre.
© Jcb