La
fragua de la vida es mida, yunque
donde
se forja la persona en plenitud,
cuyo
cuerpo pule el aire y el sol, quietud
que
macera al yo como cosa en trueque.
La
fragua de la vida es forja, atraque
donde
maniobran los soles de gratitud,
huellas
de telares que tejen finitud;
la
opacidad de cada cual con su achaque.
La
vida pulula en un teatro sin atrezo,
donde
las fallas sin hijas de la sin razón;
la
grandeza y progreso es de opaca luz.
Allí
la ceguera es hija de los ciegos
de
intención, voluntad que crea el desván
del
vivo muerto, almohada del lucro.
©
Jcb