viernes, 6 de junio de 2014

Belleza temporal







A Nerea



Ciertamente gusto de la belleza temporal,
pero ella no es otra cosa que eso mismo:
belleza en el tiempo y en el espacio.
Sí, es cierto que la belleza pasajera,
produce alegrías y satisfacciones,
alguna sonrisa y ciertas bienaventuras,
pero todo ello, queda sujeto a los tiempos
y los espacios en los que la misma se produce,
lo que no son otra cosa, que
estadios ciertos y limitados.

Así, la belleza perecedera, es aquella
que nos proporciona toda criatura,
inclusive antes de nacer.
Ésta, en más o en menos,
tiene fecha de caducidad,
cierto que siempre desconocemos su fecha final.

Ella crece y se desarrolla hasta llegar
a la cima de su estado natural.
Una vez allá, empieza a descender,
hasta el momento del finiquitar.
Dicho final, es la muerte, no más.
Tras ésta quedará el recuerdo
como expresión natural.

Con la belleza temporal,
las gentes viven, gozan y se recrean
en un espacio y tiempo fugaz,
que no se extiende más allá,
en todo caso, del recuerdo de lo que fue.

Crea alegrías y felicidades temporales,
ello es hermoso, genera satisfacciones,
pero en ningún momento supera
el hecho material de lo transitorio.
Aún así, es algo por lo que hay que felicitar.

No es la belleza que se marchita,
la que me da más afección,
ella carece de eternidad,
que es la que más gusto contemplar.

Ciertamente, lo lacónico, es lo que más gusta al personal,
por no ser lo más perenne de éste secarral,
ella, lo limitado, también me gusta, la quiero gozar,
cualquiera que sea la forma, el tiempo y el lugar,
pero ella, por ser natural, termina por ser pasajera y,
hasta crea desafección,
lo que puede producir un gran tumor
cualquiera que sea su razón,
siempre es un maligno dolor.

Lo transitorio, es importante, si,
pero sabe que va a fallecer,
pues carece de eternidad,
que es la obra que todos queremos buscar.
Belleza temporal, belleza natural,
belleza cascabel del juvenil despertar,
por la que también hay que saber
vivir y convivir con aquel gozar.



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