sábado, 13 de julio de 2013

Enjuta espiga


 
 
A mi padre



Enjuta espiga, cual expresión del yo,
calado con su boina, inclusive
a pleno sol, caminaba de cruces
a san clemente, donde encontraba
la razón de aquella su labor.
Allí localizaba al tropel de su descendencia y la
madre de ella. Todo era trasiego por el
sosiego de la vida misma.
Mucha era la actividad,
por mor de superar la dificultad.
Con tajo y pundonor, todo aquello se superó.
Era el momento del yo en colectividad,
por lo que no había horas para descansar.
Cada cual cumplía con su misión.
Llenar el plato era la oración de su
mejor ocupación.
Enjuta espiga allí estaba,
defendiendo la barbería noche y día,
el primero, dando ejemplo del hacer certero.
Ocupándose de presente y proyectando el futuro.
Solía decir que:
“oficial de mucho, pobre seguro”,
Otra de sus máximas era que:
“oficial de mucho, maestro de nada”.
Desde espigar, no del haz, para la molienda llenar,
hasta los cerdos criar para la orza colmar,
era todo hacer para la despensa cargar.
Cuando ya no pudo ser, tras accidente de año de nieves,
la invalidez le tramité, poco tiempo le duró,
aún así ayudado por su “garrota”,
tiempo gozó para hacer de cobrador
de los morosos de su hijo vendedor.
De sus nietos, poco tiempo disfrutó,
pese a ello, días para reír, con el mayor de los chicos,
tras su boina de cubrir y garrota para asir.
Para él mi recuerdo más emocionado.

© Jcb, 07/2013