El crespón de tu medida,
logra el misterio de tu minuta.
El criador del criollo,
alcanza la cripta sin gran criptografía.
El ministro miope, habiendo quedado en minoría,
alcanza su minarete y, aún en su miopía,
busca minutar sin otro miramiento
que su universal singularidad.
Su ego busca ganar y su bolsillo acrecentar.
Cuando el mediocre, por tal así ser,
mina todo lo que a su alcance está
con el fin de aparentar ser.
Como pillo que lo es, se alía de todo tipo
de artimañas, cualquiera que sea su función,
con el fin de mantener su estar y ser.
El cura, que creyente dejó ser,
se aferra a su oficio para no más perder,
flaco favor se hace, inclusive a la gentes de bien.
De estos, infinitos son los que siguen sin creer,
sí, por contra, se mueven para mantener su aparente ser .
Así a aquellos, como a tantos otros, deberemos llamarles,
vividores del sudor ajeno, por tal de seguir su estar y ser.
Oficiales sin oficio, muchos son los que están sin ser,
por ellos crece el grupo de parásitos sociales,
y no son pocos los que están sin ser.
Listos, listillos y pícaros, como las setas
crecen en todo tiempo y lugar,
prestos para llenar su morral sin ganar el jornal,
tal es así que hasta lo multiplican por cientos sin al trabajo ir.
Tal que por su “...desordenada codicia de los bienes ajenos”,
llegan, como cualquier “Monopodio” mas,
a formar cofradías de pícaros y delincuentes y,
como tal cofrades hasta en el BOE llegan a firmar.
Mentirosos, burros, ciegos y sordos, se mantienen
agarrados al arado, aún sin saber labrar,
con tal del morral llenar, más si en ello
la cofradía cobijo les da;
lo que “al cabo del día está”.
Todo es fraude y engaño
con el fin de elecciones ganar
y normas dictar para mantenerse,
aunque sea a los más destrozar.