La hoja pende de su rama,
vive su soledad, nada le turba,
allí está un día tras otro,
embelleciendo
el paso del caminante,
así hasta que le llegue su otoño...
© Jcb
La hoja pende de su rama,
vive su soledad, nada le turba,
allí está un día tras otro,
embelleciendo
el paso del caminante,
así hasta que le llegue su otoño...
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Todo agricultor sabe que si quiere cosechar
debe cultivar la tierra, además de labrarla,
debe abonarla, regarla, mimarla en definitiva.
Así, toda sociedad que no busque su armonía,
está condenada a la muerte social,
ya que la agrupación se conforma por la suma
de individualidades armoniosas, cívicas en definitiva.
La construcción de una sociedad, exige firmes cimientos,
sólidos pilares y perfectos contrafuertes al tiempo que
grandes ventanales, por donde pase la luz y la vida,
para que el civismo fluya entre todos los individuos.
Por tal no hay edificio cívico si los sujetos,
desde su individualidad no construyen la pluralidad,
cuya responsabilidad cívica es la base de su propia individualidad.
Nada es, ni está aislado, una persona,
pende de otra persona, igual que como un paramento,
forma una simbiosis con otro paramento
para dar cuenta del edificio en su conjunto.
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La educación e instrucción pública, son
los cimientos que generan la sociabilización
de la vida pública, de aquellos que conforman la comunidad.
La vida socio-cultural de la comunidad,
es el triángulo del ser y estar de toda
persona que vive agregada a una agrupación social.
La vida adulta de cada individuo, es la prueba
de la naturaleza de ser y estar de cada sujeto,
con cuyo acomodo, se prueba la debilidad
o fortaleza de la agrupación social que le da acogida.
La cultura es la pagoda de la educación de cada individuo,
a la que se une la instrucción pública como torrentera
que crea el cetro final de la cultura individual y colectiva.
La educación como generadora de cultura y
sociabilización de los sujetos,
es el basamento del equilibrio de los individuos.
A tales actuaciones, se suma la instrucción pública
quien contornea, con ponderación, el marco empático
de la sociabilización y honorabilidad de las personas.
Con tales actuaciones, se crea el marco político-económico
de la vida profesional de los individuos,
conformando con ello el marco jurídico de cada sujeto
en el interior de la comunidad.
Una y otras actuaciones dotan a toda criatura
de los contrafuertes y medios necesarios
para la traza de la personalidad de cada sujeto,
tanto a nivel individual como social, lo que redunda
en el bien de la tribu que le conforma y acoge.
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Deseo que mis palabras puedan tener alas,
para que se alojen en tu razón y abrochando,
con pasión el músculo superior,
despierten los extremos de tu condición.
Así, juntando punta y remate de la condición humana
tomes partido por tu vital ser y estar,
atiendas con reflexión lo que dicte tu corazón,
sin dejar de pasar una sola ocasión de amor.
Que la belleza con vehemencia
mimen tu fibra suprema,
despierte los límites de tu condición y,
tomando partido, acaricien tu sublime naturaleza.
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La gratuidad, sólo te será dada durante la infancia,
desde ésta hasta la mayoría de edad,
tendrás derechos, pero también obligaciones,
alcanzada la vida adulta,
los derechos y obligaciones son parejos.
Tal es así, que en el mismo punto en que nacen
tus derechos, también lo hacen tus obligaciones y,
en dicho punto nacen los derechos y obligaciones
de tu interlocutor.
No más, pero tampoco menos.
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Paz como punta de lanza de toda
sociedad libre. Sólo con unidad
y razón preñada de gran voluntad
es posible instituir la paz sin poda.
Sólo las gentes libres cuya moda
sea vida cívica en la mocedad,
su historia será hasta avanzada edad,
siendo los constructores y rapsoda.
No hay libertad sin responsabilidad,
la vida grupal goza en dupla vía,
sus derechos y sus obligaciones.
Por ello la paz se crea con verdad,
ética y respeto a las reglas dadas,
cuya observancia son acuñaciones.
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Paz como punta de lanza de toda sociedad libre.
Una sociedad que no vive y razona desde la pluralidad,
es un cuerpo social muerto.
Lo diverso se levanta desde el truncamiento de lo individual.
Construir pluralidad, es edificar desde el civismo, crear unidad,
es cimentar lo plural. Sólo la armonía crea sociedad.
Los egocentrismos individuales o colectivos,
generan parcelas que se repelen,
jamás pueden forjar una sociedad plural.
Pensar en diversidad, es forjar paz, hacer unidad de pueblo,
desde donde se cimenta y edifica la inclusión,
quien es enemiga de toda exclusión.
Crear compartimentos estancos, es separar,
es cegar las ventanas del edificio social. Sólo lo plural
se genera desde la armonía, siendo la paz su norte y guía.
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