Aunque mi cuerpo se hubiere ido,
mi yo te seguirá esperando.
Y, en la noche de los tiempos se hará la luz.
Entonces el encuentro será dichoso.
© Jcb
Aunque mi cuerpo se hubiere ido,
mi yo te seguirá esperando.
Y, en la noche de los tiempos se hará la luz.
Entonces el encuentro será dichoso.
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A PAR
Paz eres tú, soy yo, es aquel, y el otro;
por tal debes conducirte con verdad,
la mentira es mezquina, lleva maldad,
enemista, humilla y da frío en rostro.
La persona de Paz cual alabastro,
admite el frío y el calor, cuya acodad
no remite al fulgor adverso, anidad
que guarda con humildad en su ancestro.
Paz es testigo de razón superior,
evidenciando eficiencia ética
de inteligencia justa y ecuánime.
De tierra próspera manda su interior
voz, que extiende y objeta aforística
posición del yo en gozoso epítome.
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