Allí, en la lontananza, donde convergen las fuerzas naturales
es una línea recta, ficción de mi ser;
allí, donde la soledad es murmullo del silencio;
allí, donde la vida es existencia natural;
allí, donde el firmamento se une al mar;
allí, donde la soledad otorga su grandioso amanecer;
allí, donde el ciclo vital del día, nos regala el más bello anochecer;
allí, donde el día no otorga la luz más vivificadora;
allí, donde la noche adquiere su inmensidad;
allí, donde se personan mis ojos gozando en libertad;
allí, donde mi razón y mi reflexión, son voluntad;
allí, donde todo es paz, silencio y soledad;
allí, donde el día y la noche son una misma unidad de acción vital;
allí, donde cada cual tiene su color, su vida y singularidad;
allí, donde yo quiero ir con libre albedrío para anidar;
allí, donde se encuentra el vientre de la humanidad.
Allí, contigo quiero ir, si tu quieres venir.
Allí, conversaremos con los dioses de la historia de la humanidad;
allí, donde la ciencia y el saber, es lo apriorístico de nuestro ser.
Allí, conversaremos con Homero, Sócrates, Platón o Aristóteles
y otros tanto sabios que en el mundo son.
Ellos, unos y otros, son la oración y la razón, la vida y el amor;
reflejos del tu y el yo.
Ellos nos enseñarán la belleza del amor, la pasión de la vida,
el color de la noche y el sol.
Ellos son razón y reflexión, gestión del yo y el nos.
© Jcb, 13/09/13