Estás mirando esos sillares, piedras
sobre las que ves posadas tus manos,
ves armonías, decoros de ancianos,
datos creados con compás y escuadras.
Observas equilibrios de cátedras
que pulen bellezas, con cuyos planos
se crean simetrías de artesanos,
hechos cuya desnudez no taladras.
No hay milagros, son piezas de dignidad,
culto al bello hacer desde la libertad,
bajo la custodia del recto oficio.
No hay maestría sin la caducidad
del aprendizaje, tiempo en pubertad
para la gestación del artificio.
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