Desolados somos por sufrimiento,
lo que en absoluto será sorpresa,
que soportar es cosa de abadesa,
ya que el silencio tiene sabio acento.
La desolación atiza el aliento
cual útil luz en candil de marquesa,
quien brioso como el viento fija artesa,
ganando la partida al fuerte encuentro.
Sufrir por sorpresa hace desolado
al sabio que sabe guardar silencio,
tanto como al tenaz que vence al viento.
Gozar de luz es lucro de calado
que evita extrañeza y al autoservicio
del vacío, cual pena y descontento.
© Jcb