Eres la certeza que atiza el fuego,
vives en los extremos de tus huellas
entre estelas de las vidas más bellas,
nada te importa del excéntrico ego.
Juegas con el mendrugo de pan, luego
caminas por los límites, destellas
luces de vida por la que descuellas
armonía en viva voz con sosiego.
Con distinción empleas santo y seña,
de ello da fe tu personal empeño
por jugar en tu campo y con distancia.
Con tal hacer limitas al que sueña
ganar la partida con desempeño
firme en su viciada dialéctica.
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