A
la hora de la siesta,
tomo
la dulce sábana de los guijarros,
sobre
ellos anida mi yo,
reposo
mi cabeza,
a
fin de generar el necesario sosiego y
que
mi cuerpo logre cierto descanso,
el
mínimo necesario,
para
recuperar fuerzas,
a
fin de seguir con el transitar del camino;
es
el sendero de la vida de cada cual,
cuyos
adornos florales,
son
singularidades de cada caminante.
©
Jcb